La vitamina E, que se almacena en el tejido adiposo, combate el estrés oxidativo y protege a las células de las agresiones de los radicales libres. Su función principal es la prevenir la destrucción de las membranas celulares (se habla de la peroxidación lipídica). De este modo, permite que el sistema inmunitario sea más eficiente y responda mejor en caso de «ataque». La vitamina E también protege frente a las enfermedades infecciosas.
No es casualidad que la vitamina E está presente en muchas cremas cosméticas (con el nombre de «tocoferoles»). Tanto si se aplica externamente (crema comercial o mascarilla casera de aguacate, por ejemplo) como si se ingiere, la vitamina E es un indiscutible recurso de belleza ya que contribuye a la elasticidad y a la flexibilidad de la epidermis. La vitamina E protege contra las agresiones externas gracias a sus propiedades antiinflamatorias.
No hace falta ceñirse a una dieta complicada para cubrir las necesidades de vitamina E. De hecho, las carencias son bastante infrecuentes. Encontramos vitamina E en buena cantidad en los frutos de cáscara (avellanas, almendras, nueces...), los aceites (germen de trigo, oliva, girasol...), el aguacate, el pescado azul e incluso algunas frutas y verduras. Dado que la necesidad de vitamina E de un adulto ronda los 12 mg/día y que una cucharada de aceite de oliva aporta 6 mg, basta con llevar una alimentación variada y equilibrada (sin dejar de lado los alimentos ricos en vitamina E, por supuesto) para cubrir nuestras necesidades.
La vitamina E, que de hecho abarca cuatro formas de tocoferoles (alfa-tocoferol, beta-tocoferol, gamma-tocoferol y delta-tocoferol) y cuatro tipos de tocotrienoles, actúa como un potente antioxidante al reducir los efectos nocivos de los radicales libres. Si optas por tomar suplementos de vitamina E, procura elegir un producto que contenga vitamina E natural, cuya biodisponibilidad duplica a la de la vitamina E sintética. Por último, el efecto antioxidante de la vitamina E es muy interesante cuando se combina con el de la vitamina C.
La acción de la vitamina E es especialmente interesante para el sistema cardiovascular. Combate la oxidación de las LDL, lipoproteínas de baja densidad (low density lipoprotein), fenómeno que causa la obstrucción de las arterias. La vitamina E protege de este modo el sistema cardiovascular frente a la aparición de la aterosclerosis. También es útil en este sentido por sus propiedades antiinflamatorias y vasodilatadoras.
La vitamina E, además de proteger las células de la epidermis contra las agresiones exteriores y de contribuir a la elasticidad de la piel, hace las veces de antiarrugas natural. ¿Cómo? Estimulando la renovación celular (de forma similar a un exfoliante) y nutriendo la piel en profundidad. Sin embargo, cuanto más seca esté la piel, más sufre el efecto de las agresiones externa (menor protección), más sensible es al envejecimiento y más se marcan las arrugas.
La vitamina E (siempre que se combine con vitamina C) protege las articulaciones frente a la degeneración celular, principalmente al activar la producción de colágeno y de los glicosaminoglicanos que componen el cartílago. La vitamina E se puede emplear de forma preventiva para conservar la salud de las articulaciones, pero también ha demostrado su capacidad para paliar el dolor en caso de artrosis manifiesta.
Un estudio publicado en la revista Acta Derm Venereologica ha demostrado que las personas con acné tienen, en general, una concentración de selenio en sangre inferior a la de las personas que no lo sufren. Ahora bien, en este mismo estudio se ha demostrado que los suplementos de selenio y vitamina E producen una mejora de los síntomas del acné. Un aceite rico en vitamina E aplicado sobre la piel también podría mejorar el aspecto de las cicatrices del acné.
Varios estudios han puesto de relieve la capacidad de la vitamina E para prevenir la enfermedad de Alzheimer y algunos tipos de cáncer como el de próstata o el de colon. ¿Cómo? Gracias principalmente a su poder antioxidante y a su papel de protección que limita la degeneración celular. En esta línea, el estudio SU-VI-MAX, una referencia en Francia, demostró una disminución del 30% de la incidencia de cáncer entre los hombres que tomaron suplementos de antioxidantes (incluida la vitamina E). Sin embargo, el efecto se invierte en el caso de una ingesta excesiva de vitamina E. Los expertos coinciden en que 400 UI al día es la dosis máxima para beneficiarse de sus efectos positivos.
La vitamina E combate la desecación del cuero cabelludo, activa la circulación sanguínea y regenera el cabello y el folículo. También contribuye a la buena salud del cabello y lo hace brillante, flexible y menos quebradizo.
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